miércoles, 6 de julio de 2011

Nos odio.

Desde hace un tiempo me he aconstumbrado a no preguntar por miedo a la respuesta. A intentar solamente robarte sonrisas en vez de besos. A dar explicaciones de las cosas que hacías y que no las tenían. Me he estado engañando tanto en tanto tiempo que ahora mismo solo puedo sentir mi respiración arrítmica y un vacío que va desde la garganta hasta el pecho. Como si te hubieras llevado un trozo indispensable para poder seguir con vida, como si me hubieras disparado en el medio de los ojos.

Yo que tanto he renegado del amor, que tantas lágrimas he derramado por tí, que tantas noches me he vuelto sola a casa esperando que vinieras detrás y te disculparas por cambiarme por cualquier tia con dos tetas que se te cruzara en el camino. Que he estado siempre, siempre, siempre que me necesitabas, que he dejado parte de mi vida invertida con la tuya, que te he esperado trecientas noches de lluvia y doscientas noches de luna.
Que ya no siento ni estos dedos, ni estos ojos, ni estas lágrimas. Me has dejado sin aliento y esperando en un banco a que alguien viniera a barrer los trozos destruidos de mi vida. Nos odio. Nos odio muchísimo. Nos odio por coserte a mis costuras y por coserte tu a mis esbozos, por decirme quédate conmigo e irte con la que pasaba. Nos odio por quererme de la manera que yo no quiero. Por quererte tanto. Por quererme tan poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario