martes, 26 de enero de 2010

Aprender, conseguir y lograr

Aprendí a ver bellas las noches más oscuras cuando más arreciaba la lluvia.
Conseguí mirar la línea del horizonte y dejar mi mente en blanco.
Logré quitarme la ropa y salir a la tormenta hasta calarme los huesos.
Estudié la manera de estar lo más ocupada posible haciendo cosas insustanciales para no pensar en nada.
Borré los surcos de tus manos en mi ropa y enfríe la parte que aún me ardía.
Calculé los días que me quedaban para escapar de toda esta locura.
Resté las ganas de verte a las ganas de olvidarte y me salió una cifra que me seguía delatando.
Me enseñaron a respirar profundamente llenándome el pecho de aire nuevo, que renovara mi vida.

Pero nunca aprendí a desprenderme de tu olor.
Ni conseguí rehacer las piezas del puzzle de mi vida, sin tí.
Tampoco logré deshacerme de tu sombra que se acostaba conmigo cuando me acostaba con otros.
No estudié a fondo la asignatura más importante. Vivir.
Jamás pude borrar mis vicios y cambiarlos por virtudes.
No supe calcular los efectos devastadores de mis actos.
Nunca resté lo que yo era, para quedarme en lo que tú querías que fuera.

Y es que en el fondo...nunca me enseñaron nada, o tal vez soy yo la que no quiso aprender.

viernes, 22 de enero de 2010

Sin que sirva de precedente

Sin que sirva de precedente...te necesito. Pero no como se necesitan las cosas burdas, sino como se necesita el aire que te hincha los pulmones o la misma respiración. Sin que sirva de precedente tengo que decirte que me levanto pensado si vendrás y que me acuesto maldiciéndome por la suerte de saber que no será así. Sin que sirva como aliciente te tengo que confesar que ya no soy y que ya no estoy.

Que solo existo si sé que puede haber una milésima de segundo en que mire a tus ojos, tu mires a los míos y que nos encontremos. Que mi sonrisa es poca cosa si la comparo con la tuya, que mis manos acarician el aire como si fueran contra las tuyas con las que chocaran. Que no me importa no dormir por las noches mientras que sepa que en mi desvelo te reunirás conmigo.

Sin que sirva de precedente te diré que me convierto en un ser minúsculo cuando voy siguiendo tus talones, que no me importa que en toda esta historia siempre tire yo del carro si sé que tú eres mi carga. Que al fin y al cabo...esto son solo palabras.

miércoles, 20 de enero de 2010

Es un disparate

No me digas que no podrías vivir sin mí, no me repitas que si no miramos juntos el cielo es menos azul cada día. No intentes inventar palabras nuevas para sorprenderme. No me hables de un futuro juntos, si no sé muy bien de que habla mi presente. No quiero hacerte daño, no quiero que me quieras. No quiero ser la causa de que tu sonrisa se empañe.

Aguanta el tirón, intenta comprenderme. No soy la princesita que te esperas. Lo que toco lo destruyo. Siento todo lo que te digo, pero no lo siento de corazón. No soporto que camines más rápido por la calle anhelando el momento de llegar a casa para preguntarme cuanto de feliz estoy. Estoy rota, no te puedo dar lo que no tengo. No pudo prometerte algo que por mucho que busque no encuentro. No quiero que sueñes conmigo, no soportaría causarte infelicidad.

No quiero que me quieras, ¡No puedes quererme!, soy una parcela de tierra alquilada, puedes meterte en mi cama, pero no soy tuya.

domingo, 10 de enero de 2010

Ese septiembre fue especial


Nunca te gustó mi música, ni que a mí no me gustara la tuya, pero cuando sacaba la guitarra eras el primero que en silencio disfrutaba de cada acorde que rasgaba con los ojos cerrados, concentrados solo en el olor a salitre y a nuestra ropa húmeda. Ese septiembre fue especial, como todos los demás septiembres, pero incluía un nuevo y sorpredente factor que lo hizo irrepetible, existías tú, y yo existía porque tu estabas a mi lado.

Y como las cosas que nunca nos pertenecieron, te vuelves a machar por donde viniste. Me queda decir que fué el septiembre más bonito de mi vida y que no te deseo ningún mal, que por el contrario espero que consigas abrazar toda esa felicidad que yo no te supe dar ese mes que pasamos cerca de la bahía. Eso sí, me gustaría que cuando te sientes en el espigón a escuchar las olas romper en las rocas, te acuerdes de mí, y de lo felices que fuímos un día en ese mismo lugar.

viernes, 8 de enero de 2010

La escritora de mi vida soy yo

Intentaba ser quien no era para asemejarme un poquito a quien tu querías que fuese. Pero aún así, siempre acababa saliendo la parte de mí que menos te gustaba. Estas son mis marcas, estas son mis cicatrizes, por mucho que pretendas maquillarlas van a seguir ahí. Por mucho que frotes no las vas a disolver y no se van a evaporar como la gaseosa.

Cada una de esas marcas me recuerdan cada día lo que soy, en lo que me he convertido. Poco a poco he ido configurándolas sin yo quererlo, en mi rostro y en mis brazos. Mi cuerpo es el papel, mis actos son la tinta. Creo que si me despojara de ellas, me quedaría vacía, como un libro sin nada escrito dentro. 

No quieras cambiar un ápice en mí, porque a estas alturas, resultaría imposible. La escritora de mi vida soy yo. Y tú, querido, puedes estar presente en el primer capítulo, pero te aseguro que no lo estarás en el último.

sábado, 2 de enero de 2010

Ya no huele a vainilla

Algún día de estos, aunque no sepa cuando, te darás cuenta de que ya no huele a vainilla por el pasillo de tu casa, ni a tostadas con mermelada de naranja en tu cocina. Te darás cuenta de que el tiempo pasa mucho más lento de lo que en un principio te pensantes, que diciembre se arrastra detrás de tus piernas y no te deja libarte del frío en tu sien y en tus manos. Comprenderás que los número impares nunca fueron tan bonitos como los pares, porque no tenían a su compañero para cogerlo de la mano cuando escribíamos en la escuela.

Añorarás la forma en que nos mirábamos cuando recién salidos de tu casa nos metíamos en el ascensor, y cuando te despertabas por las mañanas porque yo te estaba llamando al timbre de la puerta. Te darás cuenta de que las películas de domingo no son tan románticas sin mí, y que cuando haya alguna escena que te cause risa, no podrás buscarme con los ojos para que nos ríamos juntos.

Incluso hasta añores mi forma de caminar, mis dudas existenciales, mi mal humor, mi estar mejor, mi pelo y mi voz. Incluso hasta te des cuenta de que sí que pudo haber sido posible, después de todo.