domingo, 10 de enero de 2010

Ese septiembre fue especial


Nunca te gustó mi música, ni que a mí no me gustara la tuya, pero cuando sacaba la guitarra eras el primero que en silencio disfrutaba de cada acorde que rasgaba con los ojos cerrados, concentrados solo en el olor a salitre y a nuestra ropa húmeda. Ese septiembre fue especial, como todos los demás septiembres, pero incluía un nuevo y sorpredente factor que lo hizo irrepetible, existías tú, y yo existía porque tu estabas a mi lado.

Y como las cosas que nunca nos pertenecieron, te vuelves a machar por donde viniste. Me queda decir que fué el septiembre más bonito de mi vida y que no te deseo ningún mal, que por el contrario espero que consigas abrazar toda esa felicidad que yo no te supe dar ese mes que pasamos cerca de la bahía. Eso sí, me gustaría que cuando te sientes en el espigón a escuchar las olas romper en las rocas, te acuerdes de mí, y de lo felices que fuímos un día en ese mismo lugar.

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