domingo, 4 de julio de 2010

La estupidez humana, que no tiene límites

Como cuando llegas a casa esas noches, moderadamente triste. Juraste no volver a hablarle en tu vida e incluso maldeciste a todo su género de vuelta a casa, pagándolo con aquel chiquillo que la verdad es que nada tenía que ver, bueno sí, el también tenía pene. Era suficiente, odiaste a todos y a cada uno de los de su sexo.

Y de pronto vuelve a proponerte un plan, uno detrás de otro. Que quiere verte dice, que se va y que te echará mucho de menos, que si te das prisa incluso llegarás temprano a casa. Y ahí te ves a ti misma, dándote con los pies en el culo para secarte el pelo, vestirte, y maquillarte a la vez y en 10 minutos, no vaya a ser que te tenga que esperar. ¿Cómo de estúpida se puede llegar a ser? ¿La estupidez tiene límites?

Te quieres dar cuenta y estás tumbada en el cesped a su lado en silencio, y los dos estáis mirando a la misma estrella, y es en ese momento cuando piensas, joder... no sé qué mierda hago yo aquí. Porque sabes que cuando él vuelva a casa no será a tí a la que diga "buonanotte", o al menos no será a tí la primera. Porque sabes también que cuando está triste no es porque te esté echando a tí de menos, sin embargo siempre es tu número el primero que marca cuando no debería hacerlo.

Y si esta noche volviera a llamarte, se lo volverías a coger, quizás esperarías un par de tonos y pondrías un poco de voz de ocupada, como si tuvieras 4 cosas mejor que hacer que irte con el a mirar la lluvia de estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario